“Pilates te centra para que conectes. Llevo poco tiempo practicándolo y siento que ya lo entiendo. Me siento como en casa, para nada ajeno. Siento que es lo mío y lo puedo hacer y se parece más a escribir que ir a un gimnasio. es como si lo hubiera hecho antes. Me sirve para meditar, pensar, desconectarme, pero al mismo tiempo te conectas. Tienes que hacerlo. Nunca me queda claro si es un deporte, un momento sagrado. Escribir, dicen, consiste en conectar. Esa es la mejor ficción: la que conecta y te hace reconocer algo misterioso.
Al practicar pilates, sucede algo parecido. No es forzar el cuerpo, es ir estirándolo. Es ver, de alguna manera, si puedo ir más allá, pero sin dañarlo, alterarlo. Al entrar en modo pilates, apuesto por la flexibilidad. Y entiendo como respirar. He aprendido a respirar. He aprendido a respirar. No se trata de competir, se trata de entender y escuchar.